Dentro de la infinitud universal del espíritu donde impera
la eternidad, el tiempo no existe, pues es una invención humana que pertenece
al mundo físico-material y es utilizado para establecer un orden, una
secuencia, una regulación; como también, de alguna manera lo hace el derecho
positivo en su calidad de ciencia social, generadora de leyes, reglas, normas
destinadas a ordenar la vida en sociedad.
Han pasado 30 años desde la aparición de El Jurista, cuya denominación original fue Revista de los Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad
San Martín de Porres. Fue el 26 de enero de 1991 que presentamos la revista
en sociedad, en la ceremonia de graduación de la promoción Eduardo J. Couture,
en el auditorio José León Barandiarán del ilustre Colegio de Abogados de Lima.
En 1990, por aquellos azares del destino ajenos a la razón, se produjo lo
que hoy califico valiéndome de uno de los principales aportes de Carl Gustav
Jung, padre de la Psicología Profunda, como una sincronicidad, el momento en que las energías constructivas del
universo conspiran a través de las personas, los lugares y las circunstancias
para dar fruto a aquellas manifestaciones elevadas del espíritu que nos
proporcionan un sentido de contribución y trascendencia para reafirmar que
también podemos marcar una diferencia y materializar juntos un propósito
colectivo.
Decía Anatole France que la casualidad es quizás el seudónimo que Dios usa
cuando no quiere poner su firma. Por formación asumo, que la ciencia jurídica
se basa en la razón, pero no es menos cierto, y lo digo con convicción, que la
justicia, como valor superior, se nutre también de la fe.
El Jurista fue la concreción de un ideal y un aporte sustantivo
dentro del ámbito académico que surgió de la inquietud juvenil y la formulación
de un Plan de Acción concebido y ejecutado por la Junta Directiva de la
Promoción que me tocó presidir. Formulamos tres objetivos destinados a dejar un
legado para nuestra Alma mater:
Convocamos un Concurso Interno de Ensayo
Jurídico, para promover la investigación entre los estudiantes; organizamos
con el Colegio de Periodista del Perú el Fórum
Aspectos de la Realidad Nacional para reafirmar la contribución que la universidad
como centro académico debe proyectar a la sociedad a la que se debe y con la
que convive, a través de propuestas que validen la ilusoria teoría con la
práctica cotidiana; y finalmente, el proyecto más trascendente, la cereza del pastel,
sería editar la primera revista a cargo de los estudiantes de nuestra Facultad;
un medio que conecte a maestros con discípulos, que le dé una ventana de
exposición a los investigadores y que nos dé una visión cosmopolita y práctica
del Derecho.
Fue así como nació El Jurista con
el formato de las revistas procesales europeas, cuyo formato tipo libro de 200
a 300 páginas con artículos, investigaciones, propuestas, debates académicos y
análisis legislativos, interpretaciones jurisprudenciales, desarrollo, comparación
y enriquecimiento de la doctrina jurídica, siempre priorizando la variedad, la
innovación —como lo evidencia la sección Arte
y Derecho— y la confrontación académica necesaria que expande los alcances
del derecho, dándole un valor agregado a través de la interpretación.
Aquel formato serio adoptó un logo sobrio e imponente, un rectángulo rojo
intenso con letras en blanco al clásico estilo The Economics, la famosa revista británica de economía, que
encubría una proyección ideal, probablemente inconsciente, de perfilar una
publicación jurídica de clase mundial.
Hace unos días recibí la llamada de Carlos Bernal Gamarra, amigo, colega y
coautor de este proyecto editorial que tantas experiencias, esfuerzos y
satisfacciones nos dio, y me compartió la intención de relanzar El Jurista del siglo XXI, con las
innovaciones y formatos digitales que la tecnología hoy nos permite, mi
respuesta inmediata, sin dudar por un segundo fue: Avanti.
Solo puede ser motivo de orgullo y auténtica satisfacción saber que las
semillas del pasado pueden seguir dando frutos en el presente.
El tiempo construye ciclos generacionales y convencido como estoy que en el
mundo espiritual el tiempo es un espejismo y que somos capaces de ser cocreadores
de la realidad, hoy veo que, —una vez más— el sueño se hace realidad, los
ideales puestos en acción se materializan, entonces bienvenida esta segunda
temporada de El Jurista Nueva Era, ahora
como Compendio Jurídico, en estos tiempos de posglobalización que abre un
espacio para impulsar el despertar de la consciencia universal, la
revalorización del espíritu, el equilibrio, la búsqueda de la verdad, el
retorno a los ideales de justicia y paz que inspiraron las raíces de El Jurista de 1991, como también
alimentan el retorno de El Jurista Nueva Era.
Que el espíritu de la ley, que descansa en la justicia, como el espíritu de
los ideales, que aspiran la paz, prevalezcan y se retroalimenten con las
energías propulsoras que buscan el bien común y la hermandad universal.
California, julio 17 de 2021
Autor:
Gustavo Blanco Ocharan
Abogado
y cofundador de El Jurista-Revista
Peruana de Derecho (primera época). Correo electrónico: gblancociticars@gmail.com
El Jurista Nueva Era.
Año 1 / vol. 1 / agosto-setiembre 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario