Nuevamente
ante ti apreciado lector, para compartir artículos de valiosos colaboradores
que nos hacen el honor de difundir sus ideas, pensamientos, opiniones y
críticas con relación a diversos temas del derecho y a materias
interdisciplinarias.
Como
bien se dice, el derecho no es una isla. Por el contrario, el derecho tiene su
origen y su razón de ser en los casos vívidos, en las situaciones auténticas y
no de pizarra, en la problemática social, en los conflictos de intereses, en la
economía, en suma, en la propia realidad social.
El
derecho no se construye ni se debe construir sobre realidades abstractas, sino
que es a partir de lo real que se elaboran soluciones nuevas o mejores
alternativas para remediar el conflicto, las urgencias, jamás perdiendo de
vista que la realidad es el norte y la mejor maestra para arribar a soluciones
eficaces y no a paliativos o a normas decorativas o cosméticas que buscan
embellecer el discurso o el análisis de determinada situación, pero que no
llegan al fondo del problema.
El
Compendio virtual El Jurista Nueva Era,
reitera su compromiso con el antidogmatismo, es decir, su férrea posición a no
consentir posturas que pretenden enarbolar la «única verdad», que no admiten la
crítica, encerrándose en un fanatismo que silencia cualquier oposición, porque
los seguidores de ese dogma creen o están convencidos que es la mejor, sino la
única solución o camino para enfrentar un determinado problema o para responder
una interrogante relevante, rechazando ―frustrando― el debate y además,
empleando diversas falacias para desprestigiar o desmerecer «al que no piensa
como él/ella» ante un auditorio, sea presencial o virtual.
Jamás
hay que olvidar que la libertad de pensamiento y opinión son pilares y
fundamentales en un Estado que se repute de democrático y de derecho. Un
régimen no puede socavar la libertad de sus ciudadanos, con pseudopretextos
relacionados con la «gran mayoría» o la «necesidad colectiva». No hay que
olvidar los regímenes terroríficos, autocráticos y fascistas de derecha o de
izquierda que existieron en el siglo XX como el régimen de la Alemania nazi o
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) donde con una palabrería
pseudocientífica de sus voceros propalada por los medios de su época, se
justificó masacres enteras de opositores y de grupos raciales (genocidio) con
el pretexto del engrandecimiento de la nación y del beneficio, y progreso de la
sociedad.
Jamás
debemos caer en la palabrería hueca de los «cantos de sirena» dogmáticos y
fanáticos, consistentes en auténticos «lavados de cerebros» de difusores de
teorías sociales mal leídas y peor interpretadas, cuyos voceros muchas veces
pretenden hacer una revolución desde un cafetín planificando las asonadas entre
servilletas y postres sabrosos que consideran a su discurso como sinónimo de la
verdad «única» destinada a la salvación pública, no importando que en su
aplicación se vulnere la libertad y se arrase las opiniones contrarias con el
tractor de la ignorancia, de la falta de escrúpulos, de la indolencia y total ausencia de empatía
humana y social, no siendo más que psicópatas y sociópatas que vegetan en
nuestra sociedad.
En
esta oportunidad, queremos hacer un homenaje a la memoria de un gran pensador
como fue y es Leonardo Da Vinci, genio del renacimiento, pues como dibujante,
investigador infatigable, ingeniero civil, ingeniero militar e inventor que dejó obras
«inmortales» que constituyen estímulos intelectuales para persistir en medio de
la adversidad.
Su
maestra siempre fue la naturaleza, la que le enseñó las primeras letras del
conocimiento y con la cual estuvo unido hasta los últimos días de su vida. La
naturaleza fue la materia prima con la cual su pensamiento y genio creador
cinceló sus obras pictóricas e inventos, siempre con el afán de vivir cada día
como si fuera el último de su vida para desentrañar los «misterios» de la madre
naturaleza. El legado de Leonardo como inventor será el libre pensamiento
creador destinado a mejorar la vida de los seres humanos, superando los
diversos problemas que se presentaban en su época, valiéndose de su potencia
creadora y dejando lecciones ejemplares para la posteridad.
Con el ejemplo perenne de Leonardo, los invitamos a este segundo número de El Jurista Nueva Era en su nueva época.
El Director / diciembre 2021
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